Necesitaba marcar esta etapa de mi vida, estos nuevos aires. Hace mucho, mucho tiempo que quería un tatuaje, y la figura que elegí no es al azar, ni está ahora en mi cuerpo sólo porque sea bonita.
Cuando tenía 15 o 16 años, me sumergí en el mundo de Tolkien, absorta en el universo de El Señor de Los Anillos. Me acuerdo de haber visto dibujado en La Comunidad del Anillo la marca de Gandalf el Mago, y desde ahí supe que cuando me hiciera un tatuaje, esa era la forma a elegir.
Pasaron los años, y siempre estuvo latente la idea del tatuaje, pero por una razón u otra, nunca me atrevía. Hasta que llegó este momento, y sentí que era una necesidad dejar una huella de todo este trance. Y ahí recordé la figura del viejo sabio, que guió toda la epopeya hasta que el bien triunfó sobre la oscuridad.
Gandalf es el arquetipo del Sabio, presente en todas las mitologías. Él tuvo también su propia lucha, cayó por un abismo luchando contra un monstruo infernal, cruzó la muerte y volvió luminoso, a terminar su rol en la Tierra Media.
Para mí, este tatuaje representa un viaje a la sabiduría, un comienzo al menos. Y un recuerdo indeleble de esta etapa, de los cambios, de la lucha con mi propio monstruo, el temor que paraliza. Es una evolución, la salida de una crisis (mía, causada por mí, superada por mí), y el augurio de que al final, saldré blanca, fuerte y luminosa.
Agradezco a la Pancha, a la Coté y a la Berni por acompañarme y darme el impulso, han sido un gran apoyo y han tenido la paciencia y la dedicación para entenderme, sin conocerme tanto como mis otras amigas. Si el Universo de verdad se confabula, entonces creo que los astros se movieron para que estuvieran en este momento a mi lado.
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Después de leer el comentario de la Coté, me acordé que justo cuando salíamos del local de los tatuajes, sonaban las campanas de la Catedral de Valparaíso, otra más de las señales que me han rodeado en los últimos días... ¿Mi abuelito riéndose de mis locuras?
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Después de leer el comentario de la Coté, me acordé que justo cuando salíamos del local de los tatuajes, sonaban las campanas de la Catedral de Valparaíso, otra más de las señales que me han rodeado en los últimos días... ¿Mi abuelito riéndose de mis locuras?