miércoles, 30 de julio de 2008

LA BERNI TIENE LA CULPA...

Sip, la Bednyyyy es la culpable... porque en el viaje a Punta de Choros, cuando le tocó el turno de poner música, me dijo: "Mira, esta canción es para tí"... y caí en aquello que por años había evitado... cortarme las venas con música en español tipo Radio Aurora... Tengo mis límites sí, y le dejé bien en claro que Arjona no entraba a mi autito, ni mucho menos Alberto Plaza, y en eso no me muevo ni un centímetro.
Peeero... Ella dejó esa selección romanticona en la guantera, y de vez en cuando... ¡tate!, la escucho no más...
De todas formas, sigo prefirirendo la música en inglés, y la canto a todo chancho mientras conduzco... a lo más, dignamente, había incluido en m repertorio ciertos sencillos reciclados por intérpretes más jóvenes...
Pero la Bednyyy inoculó el virus romanticón en mí... qué le vamos a hacer, y lo peor -o lo mejor-, es que la canto con sentimiento... desde el alma!!
Venía pensando eso, precisamente, porque la Señorita Pechito Blanco me pidió que le bajara múscia de un grupo que se llama Camila... y de pronto figuraba yo caminando por la calle, con los audífonos puestos, e identificándome con las canciones dulzonas y de letra fácil... erfff...
Debe ser lo que hablábamos con Ariadna el otro día... Por muy pro que uno sea, y con toda la parada de señorita intelectual, de siglo XXI... el maldito cucharón igual te traiciona, mal que mal, el cuento (del Tío) del Príncipe Azul está demasiado metido en nuestro disco duro...

viernes, 25 de julio de 2008

PALABRAS, PALABRAS, PALABRAS

No es que esté recordando canciones de radio AM... Es que hice un descubrimiento que por obvio se había paseado frente a mi cara todos estos años sacándome la lengua... Me di cuenta lo feliz que soy trabajando con las palabras... son mi universo, mi refugio, y realmente la pasión de mi vida...
Le encontré sentido a esto de comunicar... a pensar con la lengua afuera mientras hilvano una oración, busco un sinónimo, construyo sentido... estoy pletórica de significados (ahhh y disfruto con las palabras de día domingo!)
Mi profesión gira en torno a eso, pero es algo que trasciende mi trabajo, es lo que siempre me ha movido... Sentarme a escribir, pescar una idea y moldearla, soy una enamorada de las palabras...
Hay algunas que me gustan sólo porque el sonido se desgrana cristalino desde mi boca hacia el mundo (jacarandá, arlequín, libélula), aunque realmente no las use en lo cotidiano. De pronto me encuentro pronunciándolas porque su musicalidad me evoca bienestar.
Por eso admiro también a los escritores que han tomado conciencia de su poder. Como los anónimos de la Biblia que le otorgan el don creador ("la palabra de Dios", desencadenante del Génesis).
He ahí también mi admiración por Tolkien, gestor de toda una cosmogonía, sólo para justificar su pasión por inventar idiomas. ¡Qué lujo intelectual! O la agradable sensación de deslizarme por una historia que me producen los relatos de García Márquez, la poesía cotidiana de un cuento de Benedetti, la lírica de las canciones de Silvio y de Patricio Manns, el ritmo de los versos de García Lorca o de Nicolás Guillén...
Pero la fuerza de las palabras se me manifestó claramente cuando leí "1984", de Orwell. Con la neo-lengua, el idioma inventado por el régimen dominante, se buscaba contraer el pensamiento, reducirlo a la mínima expresión... Eso me marcó mucho, considerando que lo leí tan chica... la censura incubada desde la estructura mental.
Ahora estoy disfrutando de esta epifanía (nuevamente el uso dominguero), regocijándome hundida en el sentido de este descubrimiento...

lunes, 21 de julio de 2008

LA IMPOSIBILIDAD DE (NO) COMUNICARNOS

Estoy pensando en eso de la comunicación, ya que la he estudiado tanto, y que su teoría forma parte del paradigma con que enfrento la vida… Pese a ello, en casa de herrero cuchillo de palo, una y otra vez.

¿Qué es eso que nos hace golpearnos incansablemente contra la ampolleta, como una polilla sin cerebro embelesada con la luz?

Tenemos cada día más herramientas de comunicación, Internet, teléfono, y a la vez, nos encerramos obstinadamente en nuestro propio espacio (aaahhh, la paradoja de la multitud solitaria, ¿te acuerdas, querida D?).

Pucha que cuesta horadar nuestros propios muros, son más gruesos e infranqueables que una pared de concreto. Están afirmados en nuestros miedos. Tal vez si esa porfía con que los construimos la dedicáramos a instalar puertas, ventanas y puentes, otro gallo cantaría.

lunes, 7 de julio de 2008

LAS MÁXIMAS DE MI VIDA

  • La única araña buena es la araña muerta (frente a la porfía del peque por explicarme que las arañas tigre son buenas y no hay que matarlas)
  • Me lo merezco, total para eso me saco la cresta trabajando (ante la compra de una prenda que me da remordimientos)
  • Ahoguemos las penas en pisco sour
  • El dolor se pasa
  • Con frío no le abro las patas a nadie (frase preclara aunque poco elegante, robada de una compañera de universidad)
  • El destino une a las personas por algún motivo
  • Para hablar de los “ex” están las amigas
  • Estoy deprimida, necesito un sahne nuss gigante!
  • Lo comido y lo bailado… no te lo quita nadie

viernes, 4 de julio de 2008

7 AÑOS TÚ Y YO



Como en el comercial rancio de no sé qué fundación pro vida, debo reconocer que no sé qué sería de mi vida sin el peque. Seguramente habría hecho muchas cosas que debieron postergarse, como viajar y estudiar afuera, vivir sola y disfrutar mi independencia.

Cada vez que veo a una madre de mi edad que dice que la maternidad ha sido una experiencia maravillosa, no puedo evitar mirarla como bicho raro. ¿De qué está hablando? Yo me he pasado los últimos 7 años cultivando la culpa y el malabarismo, para intentar que todo lo que hago me salga medianamente bien.

Y mientras conjugo maternidad-con-pareja-con-trabajo-con-estudios-con-amigas-con- familia, mi propia madre mueve la cabeza de lado a lado y no entiende la razón de todo este frenesí de intentar estar en todas y de nunca tener tiempo para nada.

Yo amo al peque por sobre todo, soy increíblemente feliz viéndolo crecer y con todas las cosas que dice y que hace. Soy feliz cuando se asoma en mi pieza por las noches y se acuesta al lado mío y me abraza; adoro sentir su aliento calientito y muchas veces cuando él duerme acerco mi nariz a su boca, tal como cuando recién lo conocí. Es un gesto instintivo, como de oler a la cría y sentirla viva, que me provoca mucha ternura y seguridad.

Me encanta cuando aparece a las 9 de la noche para recordarme que están empezando las noticias, porque sé que lo que él busca ahí es compartir un momento conmigo, o cuando usa una palabra difícil (“Y qué es clonar”?) y entrega el significado correcto (“hacer varias copias de una persona, po!”).

Soy feliz también porque él me necesita, porque desde que él apareció en mi vida, hay alguien para quien yo soy indispensable, única, inigualable, pese a que hay mucha gente que lo adora.

Pero eso no quita que todo este tiempo juntos hay sido un proceso lento, en que nos fuimos conociendo. Ha sido un verdadero ejercicio de paciencia, de generosidad, de desprendimiento, que empieza de nuevo todos los días. En ningún caso siento que haya dejado de hacer algo importante por él, sino sólo que la vida me obligó a tomar un desvío que a la larga se convirtió en un camino principal.

Cuando me pregunto cómo voy a seguir para adelante, trato de mirar cómo lo hice para atrás, sobre todo en este tiempo en que hemos sido sólo él y yo en la casa, y ya tenemos nuestras propias rutinas armadas.

Ay chiquito lindo! No sé en realidad qué haría sin ti!