sábado, 30 de mayo de 2009

UN LIBRE RECUERDO

Estamos sentados en el balcón de un departamento, en un viejo barrio diplomático. El horizonte se desgrana en relámpagos, pero en el más acá el clima está húmedo y caluroso.


La cerveza que sacamos congelada del refrigerador hace quince minutos ya se está derritiendo en el viaje que hace entre el vaso y nuestras bocas. Hay olor a tabaco y ritmo de bongó, parece que siempre hay alguien jugando con ese instrumento en alguna parte.


Estoy disfrutando este momento, porque somos libres y la libertad nos hace felices a los dos, es tu impronta y la mía. No puedo recordar la conversación, pero sé que debe ser sobre los detalles de la jornada, un coqueteo encubierto que cada vez se hace más patente...


Somos como niños disfrutando de esta escapada, ajenos a las obligaciones, con toda la vida por delante, sin medir las consecuencias. Nos espera un largo trayecto antes del reencuentro, pero la complicidad no se fue nunca, y ahí está en cada conversación futura.


No quiero compartir tu vida, no quieres compartir la mía. No nos interesa la rutina, supongo, sino estos viajes furtivos, presente tras presente, como puntos que unen una línea.


No puedo olvidar tu olor, sé que no olvidas mi vestido, y ese lugar tan nuestro, pequeñito-pequeñito, que ha logrado sobrevivir agazapado en los recuerdos.


Mira cómo nos marcó ese lugar, que yo sigo escribiendo de él y tú lo convertiste en tu destino… en otra geografía, es cierto, pero recreando de alguna manera esa libertad gozosa que alcanzamos por un rato.


No puedo sino esperar con impaciencia nuestro próximo encuentro…

3 comentarios:

franco ferreira dijo...

buenísimo. Todo lo que evocas a partir de esa sóla experiencia que describes es notable.
Y habrá próximo encuentro?
y cómo seguirá esta intrigante historia?

Cuídate, estamos al habla ;)

Daniela dijo...

Gracias, cuando escribo de eso, me sale del alma...

Memoriona dijo...

Me gustó. ¿Tienes más?
Saludos