jueves, 6 de agosto de 2009

LOS PEQUEÑOS PLACERES DE LA VIDA


Esta semana he estado muy feliz porque me gané una beca que financia medio Magíster y mi pega me auspicia con el resto. De verdad, creo que en mis casi 10 años de vida laboral (ufff…. casi me deprimo un minuto, jaja) nunca había tenido un reconocimiento tan grande.

A raíz de esto, me puse a pensar en todas esas cosas cotidianas que me hacen feliz. En los pequeños placeres y coincidencias que da la vida y que llegan justo cuando una los necesita. Y se me ocurrieron varios (sin orden de precedencia):

- Subir a una micro de vuelta de la pega y que quede justo el último asiento vacío

- Pensar que me el chocolate se acabó y descubrir que entre los pliegues del papel queda un cuadradito

- En la misma, creer que los cigarros se acabaron y descubrir que queda uno todo maltrecho pero aún sobreviviente

- Apuntar la lluvia de la ducha directo al pecho en la mañana, para sentir que se me entibia el corazón

- Un piropo bien dicho en la calle justo cuando la autoestima ralea

- Sentir una mirada cómplice en medio de una multitud

- Que hayan papas fritas de almuerzo/comida

- El corte de pelo tal y como lo querías (las mujeres entienden, es difícil a veces)

- Lo que me lleva a: comprar ropa o zapatos y descubrir al pagar que están rebajados en un 70%

- Sentir el aliento del peque cuando duerme (costumbre que agarré desde el primer momento en que lo tomé en brazos)

- Alcanzar el ascensor justo cuando se está cerrando

- Que el médico te regale muestras de ese remedio tan caro y no sea necesario comprarlo

- Llamar a una amiga y que te diga “estaba marcando el teléfono para llamarte” (con los amigos de verdad, una sabe que esa frase no es sólo buena educación)

- Recordar las aventuras y desventuras de las Danielas en la U

- Reírme con la Sole por el “yo nunca, nunca”

- Ir al cine sola

- Bailar toda la noche hasta desarmarse

- Los ataques de risa, por inoportunos que sean

- Una conversación entretenida

- Discutir tonteras y dejar a alguien callado con un argumento irrebatible (lo reconozco, es un placer atroz de soberbio)

¿A alguien se le ocurre otro más?

1 comentario:

Memoriona dijo...

En realidad disfruto harto de las cosas inesperadas, como la sonrisa solidaria en medio de la multitud gris, encontrarse unas monedas en el pantalón, creer que tienes que hacer algo sola y alguien se ofrece y te ayuda, un mail de saludo de alguien que no ves hace tiempo, cuando preparas algo y todos lo encuentran rico. Cuando alguien te dice palabras que te alegran.
Felicitaciones por la beca, señorita Aureliana.
Y más cosas felices para recordar.